En
la tercera visita del Cautivo y la Trinidad al Hospital Civil, durante el
antiguo traslado en la mañana del Lunes Santo de 1992, se bendijo una hornacina
para dar cobijo a un retablo en azulejos, en los jardines delanteros del recinto.
La obra incluía una jardinera, dos faroles, una repisa de mármol para la
colocación de flores y una placa bajo ésta con una leyenda alusiva. El mosaico
tenía un tamaño de 60 x 75 cm, estando centrado por la típica imagen de medio
cuerpo del Señor sobre un fondo rojizo, enmarcado por una guardilla geométrica.
La pieza, aunque sin firmar, presentaba el inconfundible estilo de Antonio
Colomer, y en especial, el peculiar halo
que rodea sus efigies. En su bendición
estuvieron presentes diversas autoridades sanitarias junto a directivos
cofrades, depositándose un ramo de claveles que con el paso de las semanas se
convirtió en un aluvión de velas, exvotos, flores de todos los colores y tipos,
recetas, tarros de medicamento e incluso aportaciones dinerarias que se dejaban
encima del poyete, y que obligaron a su limpieza diaria por parte de una señora
responsable.
Así
surgió el mosaico más devocional de Málaga, tanto por la imagen que cobija como
por la cercanía al devoto, pero sobre
todo por la especial ubicación en un centro sanitario de continuo trasiego de
personas. Tal es así, que muchos no dudaban en adentrarse en el césped regado y
arrodillarse en el suelo mojado para postrarse ante el Señor de Málaga, lo que
incluso suscitó la picaresca de algunos, que recaudaba
a título personal el dinero que a veces aparecía en la repisa.
Este
exceso de cariño se verificó en la
noche del 3 de mayo de 1995, tres años después de su bendición, con el robo del
mosaico, noticia que produjo un gran revuelo en el hospital y en el barrio,
incluso con repercusión mediática en la prensa local. Parece ser que los cacos tuvieron que hacer
un trabajo fino ya que la cerámica
estaba perfectamente adosada al fondo del ladrillo, que apareció chamuscado,
como si se hubiese utilizado un soplete.
La reacción popular no se hizo esperar, y al año siguiente se bendijo el
actual mosaico del Cautivo en el Hospital Civil. Se trata de una gran obra del
pintor Julio Hernández, que andaba por entonces culminado los trabajos murales
de la ermita de la Virgen de la Candelaria de Colmenar. El cambio de azulejos fue para mejor ya que
se optó por un artista de reconocido prestigio, en vez de volver a optar por
una pieza casi seriada.
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