A
pocos pasos de allí, en la plazuela Cristo de la Sangre, entre la puerta
principal del templo de San Felipe y el Museo del Vidrio, sorprende un mosaico
de la pintora Natalia Fernández del
taller de Alicia Guerrero. La pieza de
0,75 x 0,45 m se bendijo el Domingo de
Pasión de 2009, coincidiendo con el tradicional traslado de las imágenes. En el
azulejo predominan las tonalidades rojizas, en alusión a las clásicas túnicas nazarenas. Además,
resaltan los matices dorados como base de una orla trabajada con mucho detalle
en ambos extremos, y que se abre en la parte inferior en un óvalo que contiene el
nombre de la plazuela en una caligrafía muy cuidada. La imagen del Crucificado está centrada en los
azulejos, logrando una fácil identificación por los devotos, ya que se capta la
peculiar morbidez del Señor de la
Lanzada. Una segunda oposición se ofrece entre
la claridad del rostro y torso, frente a los marrones oscuros de la
cabellera y el madero. No obstante, el resultado final tras la colocación de la
pieza y la placa de la calle es mejorable, ya que hubiese sido más acertada una
alineación de ambas en una misma vertical.
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