La riqueza vidriada de las dos primeras hermandades
de esta jornada contrasta frente al único mosaico de María Santísima de
Nueva Esperanza, aportado por el archivo del taller de Alicia
Guerrero. Se trata de un retrato de tamaño estándar con la firma de Cristina
Flores que nos sugiere a la Virgen de Nueva Málaga antes de su última
restauración. La ejecución del vidriado es correcta pero adolece de oficio, enmarcando
un rostro piadoso rodeado de Chantilly, decorado con distintas joyas. Especial
acierto se observa en las tonalidades verdes del terciopelo y en la rejilla de
la toca, aunque la presea abusa del naranja y desmerece la solución de la mano
recortada de la imagen. A espera de nuevas propuestas que puedan decorar la
fachada de la nueva casa hermandad o el sinfín de rincones de su barrio, queda
apuntada esta obra menor como
excepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario