En
el libro de la cerámica de los Cristos, se hacía referencia a la figura del
diseñador Juan Casielles, que lamentó la pérdida de un retablo cerámico de la primitiva
talla de María Santísima de la Paz,
motivada por la demolición de la antigua capilla castrense, donde se rendía
culto al Stmo. Cristo del Amor. Para el
recuerdo queda la foto del día de la bendición de aquel añorado mural del que sólo
hay constancia por un plano lejano, aunque tal vez en algún archivo particular
exista una buena instantánea de los detalles de aquel azulejo de inconfundibles
aires trianeros, con robusto tejaroz y elegantes faroles.
De la antigua
Dolorosa no hay ningún otro referente vidriado, que quizá hubiese sido un
símbolo de resistencia ante el lamentable incendio del día de los Santos Inocentes
de 1969. Sin embargo, algunos testimonios certifican que el mural fue
desmontado pieza a pieza por los Servicios Operativos del Ayuntamiento, siendo
guardado en sus depósitos para una futura reubicación. Pero nada más se supo de
él, por lo que hay que suponer que se perdió, se destruyó o alguien se lo
llevó, quedando esa incógnita.
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