Los
típicos corralones malagueños, ya casi muestras arqueológicas de convivencia
vecinal, casi siempre son decorados con profusión de macetas y cuadros o
mosaicos en sus paredes, tanto de alusiones religiosas como de otra temática,
circunstancia que se acentúa en fechas concretas como la Navidad, la fiesta de
los patios en mayo, o antiguamente con el Corpus. Algunos retablos populares
han desaparecido con el derribo de los vetustos corralones, bien por
destrucción o al ser retirados por algún particular. Este es el caso de una
pieza vidriada, donada por la cofradía
del Cautivo para la denominada casa
piloto, que fue la primera edificación que inició el proceso de regeneración del barrio de la Trinidad en
los años ochenta del siglo pasado. Por desgracia, la elección del solar fue
poco acertada, ya que se escogió la parte angosta de la calle Jaboneros, que
lustros después tuvo que ser demolida por el ensanchamiento de la vía para
adaptarse al tráfico rodado en su totalidad. Algunos vecinos de antaño nos
confirman que tal vez algún avispado
retiró este mosaico antes de la llegada de la empresa de demolición.
De
las iniciativas populares hay que mencionar el retablo sito en el Patio Ntro. Padre
Jesús Cautivo y Mª Stma. de la Trinidad, a la altura del nº 89 de calle
Trinidad. Se trata de una construcción
moderna que incluye un espacio común digno de visita, por su marcado aire
popular y el esmero con el que se cuida por parte de la vecindad. Esta
circunstancia se ha visto reconocida con
la concesión de varios premios a nivel local, ya que este rincón nos sumerge en
la Andalucía más castiza, y alivia en parte el desánimo previo de comprobar la eternidad
y abandono de muchos solares trinitarios.
La
zona común viene presidida por un mosaico conjunto del Cautivo y la Trinidad en
la disposición en la que se encuentran en la capilla, o sea, la Madre a la
derecha y el Hijo a la izquierda, aunque la estampa más reconocida de las dos
imágenes juntas sea la del traslado de ida en la mañana del Sábado de Pasión o
de regreso el Domingo de Resurrección, que es la contraria, o sea, con la
Trinidad a la siniestra del Cautivo. Este azulejo plano pintado, de forma
horizontal y tamaño de 1,50 x 0,60 m, proviene del alfar de Francisco Lara
Fournier, e incluye en su parte inferior una placa de 60 x 15 cm que denomina
al patio con la advocación de las imágenes, con unos originales tornillos
pintados que parecen sostener el azulejo sobre la pared.
Lara
aporta un toque genuino a las fotografías que le han servido de referencia,
desarrollando un gran oficio en la complicada disposición de las imágenes, que
encajan perfectamente en el espacio delimitado, pese al distinto tamaño de
corona y potencias respectivas. La riqueza de la gama cromática tiene su máximo
exponente en el fondo de los actores, simulando un atardecer que otorga todo el
protagonismo a los iconos. La obra incluye un triple enmarque compuesto por una
bordadura azul marino, la repetición policroma de una cenefa con motivos
vegetales, y finalmente la presencia de brillos cobrizos que destacan el
mosaico en todo el patio y que insinúan el histórico pasado de los brillos
malagueños.
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