La fachada principal del templo
de los Mártires, justo en el atrio de su arcada, contempla una doble propuesta
vidriada de las Vírgenes del Carmen y de la Oliva, curiosamente dos iconos sin
culto externo y que ocupan un espacio privilegiado en el paramento del noble
edificio con tan centenarias devociones.
La dualidad mariana es una clase práctica para comprobar las técnicas y estilos
de Daniel García (Carmen) y Pablo Romero (Oliva) en sendas piezas que escoltan
la puerta norte del edificio. El mosaico
carmelita es un trabajo de 2006, prototipo de mural vidriado pese a no contar
con fondo paisajístico, ya que la ráfaga plateada se pierde en un fondo blanco,
frente a la profusión de cenefa y bordado. Es fiel reflejo del modelo original,
con cuidada red modular para los rostros de sendos personajes, con combinación
de veneras y óvalos, con atributos marianos como el ancla y la estrella. La
firma aparece en un elegante pergamino en el margen inferior derecho y
contrasta sobre el negro del lecho floral en una propuesta original pero de
rotulación poco contundente.
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