En el caso del retablo sito en la plazuela Virgen de la Trinidad, antesala de la portada principal del Hospital Civil, existe una interrelación con un vidriado próximo protagonizado por la efigie de su Hijo, Jesús Cautivo. Así, en una hornacina a escasos treinta metros se venera al Señor de Málaga en una representación del ceramista Julio Hernández, que vuelve a pintar a la Madre en 1997, aprovechándose una remodelación de la fachada del edificio.
Se usa el hueco entre dos grandes ventanales para adosar un mural de 75 x 90 cm en el que el pintor, actualmente residente en Argentina, interpreta fielmente el semblante de la Virgen con sus inconfundibles ojos negros, cejas arqueadas y nariz judía, rodeado de la espuma del encaje blanco del rostrillo
. No obstante el conjunto pierde fuerza por la sensación de agobio de la toca y la pesadez de la manga, los rosarios y el manto. Tampoco la solución del fondo está en consonancia aunque el maridaje con el entresijo de la presea es loable. Además, una sencilla orla ornamental enmarca el conjunto y sirve de soporte para la rotulación de la advocación, con un trazado más suave. La firma se aprecia minúscula en el margen inferior derecho.
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