Para el que suscribe fue
lamentable tener que catalogar el mosaico
de la Virgen de las Penas de calle San Agustín en el apartado de retablos en la memoria de la página web retabloceramico.net. Se trataba de otro mural del alfar de Romero
datado en 2004, que conmemoraba el medio siglo de la Proclamación Pontifica de
la Realeza de María, hecho que se verificó
el primero de noviembre de 1954 por S. S. Pio XII. Por ello, todos los
últimos de mayo, la fraternidad celebra solemnes cultos así como una Exaltación. El pontífice reconoce que María es Reina más que cualquier
otra criatura por la elevación de su alma y por la excelencia de los dones
recibidos. Ella nunca deja de otorgar todos los tesoros de su amor y su
preocupación por la humanidad.
La corporación del
Martes Santo siempre se ha caracterizado por un cuidado exquisito en todo lo
relativo a su patrimonio, y así escogió una certera fotografía para que Romero
realizara un óptimo lienzo con la Virgen en besamanos y ataviada de Reina, enmarcada en un medio punto con
una repisa a la manera de trampantojo y
un texto alusivo a la conmemoración en los azulejos inferiores. Especial
importancia merecía la ubicación del retablo en un espacio emblemático del
centro de la ciudad, tanto por ser un rincón procesionista que ha adquirido
gran importancia en la última década, pero sobre todo por ser paso obligado de
decena de miles de turistas que realizan la ruta picassiana entre el Museo y la
Casa Natal.
El hecho de que la pieza no tuviese forma rectangular, tal vez ocasionó que se adhiriera directamente sobre el lienzo de pared y no sobre un bastidor metálico, hecho que en gran medida fue la causa de su exigua vida. Así, un lustro después de su colocación, se acometió una reforma integral del edificio donde se encontraba el mosaico, y es aquí donde se bifurcan dos versiones y algún lamentable malentendido que desencadenó un intento precario de desmontaje de los azulejos, que acabaron hecho añicos. Consultadas algunas empresas especializadas, como la malagueña Quibla Restaura, o la granadina Tarma Restauración, ratifican que sería mucho más costosa la recomposición del mural que la realización de una copia, y asimismo el uso de resinas y pigmentos desaconsejaría posteriormente su exposición al agua. Una vez reformado el edificio, se echa en falta a esta preciosa Virgen vidriada que esperaba la llegada de su Hijo clavado al madero cada noche del Martes Santo tras la Estación de Penitencia en la Catedral.
Como curiosidad, el propietario del edificio se declara cofrade y amante de la cerámica, habiendo sufragado un retablo del Cristo de la Sentencia que se asoma a la calle Granada, con el proyecto de acompañarlo con otro lienzo de la Dolorosa del Rosario. En más de una ocasión ha referido que ese espacio sigue estando libre para la Virgen de las Penas, por si algún particular o la propia corporación desean recolocar otro mosaico. Este suceso abre el debate sobre los derechos de propiedad de las obras de arte, las técnicas de desmontaje, y sobre todo los acuerdos previos entre las partes implicadas, preferentemente de manera documental. El paso del trono de las Penas por San Agustín se ha convertido en un clásico de la Semana Santa de Málaga, de ahí que haya que ser optimistas en la espera de un nuevos murales vidriados tanto del Cristo como de la Virgen en esta estrecha vía.
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