Los titulares vuelven a aparecer
juntos en un cuadro del catálogo del taller de Alicia Guerrero. En esta ocasión
se trata de un trabajo de Natalia Fernández de 2000, para un tamaño apaisado de
60 x 45 cm de una colección particular, que nos muestra una instantánea del
traslado de las imágenes en la mañana del Sábado de Pasión. La pintora
interpreta con su peculiar estilo los rostros, humanizando las facciones.
Pareciera que el trono ha salido ya de su encuentro con los enfermos en el
Hospital Civil y se dirige por la avenida Dr. Gálvez Ginachero, con el frondoso
arbolado de la rotonda de la puerta del centro sanitario. La oscuridad vegetal se acentúa en el
contorno de las imágenes y se difumina a modo de nube con un resultado más que
notable. Las manos de la Virgen de la
Trinidad quedan medio enterradas en el monte de claveles y desde ahí ascienden
las pinceladas en un laberinto de bordados que mutan en la verticalidad del
rostrillo y la geometría metálica de la presea.
Los rasgos de la Madre parecen más juveniles aunque la sensación de
dolor continúa intacta. Se puede afirmar que nos encontramos ante una pieza
original y novedosa, de ejecución correcta pero mejorable en la dificil
solución del corte de azulejos a la altura de la frente de la Virgen, que tal
vez hubiera obligado a replantear la red de losetas.
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