Por su parte, la
especialización de algunos alfares hispalenses de posguerra diversificó la
oferta con azulejos de producción casi industrial, pero manteniendo el sello de
calidad artística. La dificultad de la cuerda seca da paso a la rapidez de
pintar losetas planas, con el aumento de la producción y el consiguiente ajuste
de precios, lo que popularizaría los murales en residencias unifamiliares. Esta
moda llega a algunos rincones de la zona este de Málaga, como el caso de Villa Pedrito en la calle Valera de
Pedregalejo, vivienda hasta 1964 del matrimonio de Manuela Soria y Antonio
Gaspar, que reverenciaron su devoción a los titulares percheleros con sendos
murales de Antonio Kiernan.
La corporación de calle Hilera
recepciona dos valiosos lienzos en losetas, que debido a algunos desmontajes han
sufrido diversas roturas, pero que siguen manteniendo un aceptable grado de
conservación especialmente en los rostros. No obstante, su ubicación en una
azotea de dificil acceso casi los deja en el anonimato, por lo que son dos
joyas desaprovechadas que tal vez
mejor podrían haber decorado alguna esquina del barrio.
Kiernan ajusta la red nodular
del panel de losetas para que el rostro de una Virgen niña centre la composición. La sencillez del arreglo sugiere
la impronta de los años cuarenta del siglo pasado, con una efigie exenta de
joyas, acentuando su serena belleza. Se trata de un mural de tamaño estándar de
45 x 60 cm en el que el maestro apunta la técnica del aguarrás, en la que los
colores se disuelven en esencia de trementina, permitiendo acabados casi
fotográficos. El fondo neutro realza el contorno dorado del manteo y la
sutilidad de los engarces de la presea. Además es elogiable el minucioso
ejercicio del brocado y las notas verdes en la manga o las esmeraldas de la
corona, así como el gesto dialogante de la mano extendida que sostiene el
pañuelo.
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