A la altura del nº 10 de calle Mariblanca, se encuentra una
vivienda en estado ruinoso y a la espera de demolición. Como en otros casos, la
dejadez ha sido una de las causas de llegar a la situación actual. Es una de
esas típicas construcciones de finales del diecinueve y aire regionalista, que
abundan en los barrios clásicos y que poco a poco van desapareciendo por la
especulación. El inmueble, con sus puertas y ventanas tapiadas, incluye un sencillo retablo cerámico de la Virgen del
Rocío, que procesiona por dicha calle de
camino al centro de la ciudad. El mosaico de forma cuadrada de 45 cm de lado,
viene firmado por Carmen Pastora, estando protegido y casi ahogado por una
absurda reja que dificulta su visión, que antaño sirvió para acercarle flores y
que actualmente lo protege del expolio.
La expresión
de la efigie desarrolla una mirada introspectiva, con un rotundo contraste del
blanco de las blondas y el aro de estrellas, frente al fondo oscuro de la composición, con
apuntes nacarados de la tez. La Virgen casi parece un clavel reventón, como los
que adornan sus ánforas, sobre el que desentona el rótulo con la advocación, en
un tamaño casi similar al de la firma del artista.
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