La devoción blanca
asciende hacia las nuevas urbanizaciones, como es el caso de Pinosol. Allí se
erige desde mayo de 1985 un mosaico firmado por Amparo Ruiz de Luna para un
tamaño de de 0,75 x 1,05 m. Se trata de un prototipo de la producción del
taller de calle Bodegueros, con un claro guiño talaverano en los blancos y ocres de la guirnalda que enmarca a la
efigie. La pintora evita el desarrollo casi
fotográfico de las imágenes y apuesta, una vez más, por un estilo peculiar
en el que no busca efectismo ni una fácil aceptación. Se relatan las
reconocibles claves del icono, con un minucioso desarrollo de los encajes, que
parecen repetirse en las estrellas del halo, incidiendo en el contorno femenino
del cuerpo en una originalidad poco habitual en las Dolorosas.
La Novia observa desde
calle Pinosol a una altura considerable con la luz de dos farolitos.
El rectángulo compite geométricamente con los aparatos de aire acondicionado y
el propio nomenclátor de la vía. Los vecinos más antiguos aún recuerdan cómo en
los años ochenta se organizaba una Vigilia de Pentecostés en un capilla efímera,
como costumbre que no llegó a consolidarse y esas vivencias quedan así
esmaltadas. El paso del tiempo ha
aportado un aire clásico a este mosaico, con el fenómeno del craquelado, en el
cual el azulejo se va cuarteando, como se aprecia en el fondo azul marino que
enmarca a la Virgen.
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