El Rey de los Judíos es proclamado como tal
entre mofas e insultos y como Ecce-Homo
se asoma al balcón de Pilato, al igual que lo hace en un mural cerámico en la
fachada de la casa hermandad de la cofradía de la Humildad en calle Agua. Este retablo
de 1,05 x 1,55 m proviene también de los prestigiosos hornos trianeros de
Cerámicas Santa Ana, pero en esta ocasión firmado por otro pintor de su nómina,
Salvador Valencia, que mantiene el alto nivel característico.
La greca ejecuta
modelos habituales y recuerda a la de la sede de la cofradía de los Gitanos,
con una orla que comprime al título de la advocación. No obstante, este mosaico
alcanza cotas de gran calidad en el
perfilado de la imagen, donde rostro y manos consiguen un notable aire devocional. Además, el desnudo
del torso no busca virtuosismos, ya que
nos presenta a un Hijo de Dios humilde, que sostiene su cetro-caña de rey, con
un soberbio arqueado que se sale de la escena casi hasta el infinito. El nudo
del cíngulo sobre el pecho es el centro visual de un primer plano, que progresa
hacia el fondo en una estampa del Santuario de la Victoria visto desde la parte
más baja de la plaza.
En
el fondo cobrizo se atisba una instantánea de la tarde del Domingo de Ramos, con
el antiguo trono disponiéndose a bajar las rampas del Santuario para enfilar el
Compás de la Victoria. Entre las cabezas del anónimo público sobresalen los
conos cremas de cinco capirotes y la parte final del grupo escultórico
sustituido en 2012. Por ello, este mural se revaloriza con un apunte histórico
que lo congela en el pasado, y que invita a adentrarse en calle Agua cada vez
que se pasa a la altura del faro de la Victoria.
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