Por otro lado, es
casi obligado dirigirnos al término municipal de Torremolinos, donde radica un
enigmático retablo cerámico ubicado en la zona residencial de Montemar, a escasos metros de la popular calle
San Miguel. El mural sorprende por su estilo y ubicación, ya que ennoblece un
rincón de una zona de bares de copas
temáticos. Se desconoce la autoría de la pieza, aunque se data con más de cuatro
décadas de antigüedad, cuando el pueblo aún era un barrio de la capital. La
firma parece que sugiere el apellido Cardó, siendo una incógnita por aclarar,
pero que nos lleva a la pista de una pintura del mismo autor fechada en 1965,
que refleja la tirada del copo, y que se ubica en un portal de la esquina de la
plaza de la Marina y la calle Trinidad Grund.
El azulejo
torremolinense del Gran Poder es genuino y no deja indiferente, estando
habitualmente colmado de flores y velas. El Señor
de Sevilla se nos pinta desde su siniestra, con un estilo muy personal,
casi con aires naif, en un conjunto
de 60 x 90 cm, todo ello rodeado de una trenza de greca repetitiva. El esmalte se ha perdido en distintas placas,
quizá por una cocción incorrecta, y además presenta algunas roturas y
craquelado. Mención especial merece el
rostro casi abocetado de la imagen, con dos puntitos a modo de ojos y un simple
atisbo de boca. Todo ello viene cobijado
por un tejaroz acompañado de macetas y una repisa. En esta ocasión el Señor viste una conocida
túnica de estilo persa con reflejos morados, en una composición muy parecida al
mosaico hispalense sito en la esquina de las calles Muro de Navarro y San
Esteban.
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