El
sacerdote Sergio Ferrero, reconocido maestro en el trabajo de composiciones de
murales vidriados a partir de teselas irregulares y polícromas, ha realizado
los lienzos de los altares mayores de las parroquias de San Ramón Nonato, en la
zona de Cortijo Alto, y del Dulce Nombre de María, en la barriada de los
Prados.
Este
valenciano afincando en Málaga es ante todo polifacético y autodidacta. Primo hermano del
ceramista Julio Hernández, ha compartido
con él algunos proyectos artísticos. En sus obras intenta transmitir el mensaje
evangélico a todo aquél que las contemple, con propuestas de gran formato, que
ocupan espacios principales del templo, siempre con una gran paleta y un
minucioso estudio de la luz natural y su repercusión sobre el vidriado.
Sus
retablos cerámicos de San Ramón y Dulce Nombre se asemejan a puzles gigantes
donde ejercer la agilidad visual en el continuo cambio de matices de las
teselas que van conformando las figuras. Así, la percepción varía en relación a
la distancia o el ángulo a la que se observe la obra. El Señor Resucitado ataviado de
blanco y nimbado por un arcoíris, centra la escena de Los Prados, mientras dos
personajes aparecen asombrados y caídos en el suelo. Se logra un interesante
efecto de levitación, con brazos y piernas en equilibrio donde destacan
las llagas del martirio. En un principio
este proyecto estaba destinado para el Parque Cementerio de Málaga, pero fue
descartado finalmente por diversos motivos. La idea inicial era la de un
tríptico con la Asunción a la derecha y los Difuntos y su salvación a la
izquierda, centrados por la Resurrección. Sin embargo, quedó reducida al Misterio
principal, que encaja a la perfección en un templo de moderna factura en una
barriada industrial.
En la iglesia de Cortijo Alto, el lienzo se
acompaña de la cita Era el primer día de
la Semana, e incide con la paleta en los diez personajes que configuran el
conjunto. El mural fue encargado por el administrador del Obispado, José
Sánchez, que concedió plena libertad en la elección de la temática. Por ello, el artista escogió el momento del
nacimiento de la comunidad cristiana, en la primera Eucaristía en la que el
Resucitado parte el pan. Este mosaico
invita a la observación y la reflexión, ya que una primera impresión lleva a
asimilarlo erróneamente con el Misterio de la Sagrada Cena, pero la presencia
de la Madre y la acción de trocear el pan nos ubican en el momento justo que el
sacerdote quiere transmitirnos con su arte, que no deja de ser una catequesis a
base de teselas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario