Se trata de un mosaico de los hornos de Pablo Romero, conmemorativo de la Coronación Canónica de la Virgen de la Soledad, en reconocimiento a sus madrinas las religiosas de la Compañía de las Hermanas de la Cruz.
Con acierto se ha buscado que esta nueva pieza sintonice con la que desde 1990 figura en la mampostería de este edificio moderno, pero de aires clásicos, con la efigie de la Virgen de los Dolores de San Juan, tanto en el tamaño, estilo, fondo de la imagen y proporciones del rótulo inferior, aunque en el caso de el de la virgen perchelera, el plano es más abierto, con una mayor presencia de saya bordada. Además, hay que agradecer que los azulejos se hayan adosado directamente al ladrillo, y no se utilicen marcos metálicos, en especial los últimos de acera inoxidable de tan mal resultado.
Ambos murales presentan el mismo tamaño, 0,75 x 1,05 m. con el predominio de rojos y verdes para enmarcar a las Dolorosas.
Sin duda, este lugar se convierte en un punto de referencia desde el punto de vista artístico y devocional. El espacio de la plaza de Arriola, calle cuyo nombre de plaza proviene más de su influencia comercial como mercado que como disposición geográfica, nos invita a la reflexión sobre la relación que estas imágenes mantienen con esta querida orden religiosa, punto de referencia en el paisaje urbano del procesionismo malagueño, tanto de Pasión como de Gloria.
Si Dolores de San Juan mantiene un vínculo emotivo que se plasma públicamente en el acto que cada Viernes Santo tiene lugar desde la celosía del cenobio, con el virginal canto de las sores, en el caso de la Soledad, el vínculo es más continuado, ya que la efigie de la Soledad de Ávalos se venera desde la década de los años 80 del siglo pasado en dicho espacio, tras el intento fallido de que fuese cotitular de la Congregación, sustituyendo a la actual Dolorosa antequerana. Sin duda la solución en aquel momento fue más que acertada, ya que una imagen de dicha calidad necesita un espacio íntimo y cercano, y quizá una casa hermandad (como ocurre hoy en día en algunos casos) no hubiese sido lo más propio y menos aún ubicarla en el mismo templo en una capilla anexa, como es el caso de la Estrella y su anterior efigie en Santo Domingo.
Y desde un punto de vista artístico podemos disfrutar del trabajo de dos artistas consegrados, como el sevillano Patricio Zabala en su juventud, en la nómina de Cerámicas Santa Ana de Sevilla, y Pablo Romero, que sigue convirtiendo la ciudad de Málaga en un auténtico museo itinerante y urbano al aire libre.
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