El
Crucificado de Ánimas de Ciegos vuelve a ser modelo de otro lienzo en azulejos,
en esta ocasión conmemorando los 75 años desde su primera salida
procesional. Romero recrea aires añejos
del primer tercio del siglo pasado en una obra sin paragón para la ciudad de
Málaga. El sábado 6 de noviembre de 2010, Isidro Rubiales, párroco de San Juan,
bendijo en la plaza de San Ignacio este mural de 1,05 x 1,65 m, ante la
presencia del entonces Concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, además de muchos
cofrades. El espacio elegido se
justificaba por el hecho de que el anexo templo del Sagrado Corazón fue el punto
de partida de la primera procesión de este Cristo en la difícil Semana Santa de
1935.
En
un principio se tenía prevista la bendición del cuadro para la noche del mismo
día, coincidiendo con la procesión extraordinaria por la efemérides, pero el
aparatoso andamiaje de las obras del Museo Thyssen impidieron que el trono se
acercara hasta dicho lugar, un lienzo de pared ciertamente privilegiado, justo
encima del nomenclátor de la plaza, la típica composición malagueña en letras
verde ágata.
El
azulejo se encuentra montado sobre un bastidor metálico de sencillos adornos en
rejería, y carece de iluminación artificial por la falta de espacio. Ello no es
óbice para una buena visión y mejor lectura de la leyenda, siendo toda una
sorpresa para lugareños y turistas que transitan por esta recoleta plazuela. Los
pinceles logran captar la esencia de una procesión del primer tercio del siglo
anterior, recreando una escena a partir de fotografías antiguas que hubo que reinterpretar.
Para ello, se cubrió el rostro de los personajes, los cuales parecen posar ante
el fotógrafo. A ello se le añade la
dificultad propia de la perspectiva de la calle Compañía, con la transformación
del lienzo de muro existente, difuminándose, además, unos rótulos
publicitarios.
Los únicos semblantes reconocibles son los de los hombres de
trono, que descansan apoyados en los varales de madera tras la dificultad de la
primera maniobra, mientras delante de la campana un nazareno observa tras su capirote y otros
penitentes parecen hablar con los portadores asalariados, generándose un
magistral pliegue de las capas, junto a los conos que distorsionan la Cruz de
San Juan. Los azulejos en tonos sepias presentan cuatro puntos de color en las
esquinas, donde figuran los escudos de la ciudad, el de la cofradía y
heráldicas de las llagas y de la Cruz de San Juan. Además, en la parte superior
aparece una cartela con el anagrama JHS, justo sobre el INRI del madero; y en la inferior queda grabada la leyenda
alusiva a la primera procesión, entonces en Jueves Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario