... el vidriado que mejor capta la esencia de la Niña Zamarrilla es el que decora el paramento norte de su
capilla. Escoltado por sendos faroles y
cubierto de tejaroz a tres aguas, sobrecoge la sencillez de un azulejo de 0,90
x 1,35 m, con la firma Cerámica 3, datado en la década de los noventa del siglo
pasado y que fue restaurado en la Cuaresma de 2012 por la pintora Natalia Fernández,
que realiza media
docena de losetas para su parte inferior, consiguiendo asemejar la peculiar
tonalidad azulada que hornearon las
ceramistas Blanca Montes, Pilar Bermejo y Marisa Rodicio, a partir de un diseño
del pintor Virgilio Galán.
El trabajo abunda en la leyenda
del bandido que decora la gloria del techo del palio del trono de la Virgen, a
partir de un diseño de Juan Casielles. El trío de ceramistas aficionadas
desarrolla una estampa naif, casi infantil, a modo de un grabado o dibujo a
plumilla que distingue los planos divinos y humano. Como dice y canta la
leyenda, la rosa blanca se torna roja, aunque en este caso sea azul cobalto,
ante el gesto entre sorprendido e implorante del bandido, que como curiosidad
queda desprovisto del trabuco en la interpretación vidriada.
Destaca la dulzura y delicadeza de una
sencilla Dolorosa exenta de adornos, que parece querer cobijar bajo su manto al
robusto personaje de grandes manos que se planta de hinojos ante el milagro
confirmado. Especial encanto ofrece la caída
del encaje del mantel, así como el texto del relato en una caligrafía carente
de signos de puntuación. Esta pieza encaja con corrección en la sencilla
fábrica de la ermita, al igual que su compañero vidriado que alude a la doble
autoría cristífera de Francisco Palma. Como anécdotas hay que referir que el
mosaico de Valencia incluye un dibujo de la capilla que aboceta a este azulejo,
y asimismo el arco de campana del trono de la Virgen, que reproduce la fachada
de la ermita, lleva labrado el mural de
Cerámica 3 en el lugar que en realidad ocupa una lápida histórica.
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