Por otro lado, la corporación cuenta
con dos murales con proyección a la vía pública. El primero se halla en la fachada este del
templo de los Mártires, haciendo pareja con el de su cotitular, el Nazareno de
la Pasión. Se trata de un trabajo de la década de los noventa del siglo pasado
del pintor Emilio Sánchez Palacios. El segundo mural, con firma de Pablo
Romero, se instaló de manera provisional en el otoño de 2012 en la primera
planta de la casa hermandad de calle Convalecientes.
El retablo mariano de la plaza de los Santos Mártires Ciriaco y Paula es
una sinfonía dorada sobre el fondo rojizo de la mampostería ajedrezada de la
fachada del templo. La fusión de las dos tonalidades se consigue por una
guardilla azul que alude al manto de terciopelo que luce la Señora en el lienzo
esmaltado. El ceramista testimonia la
firma Emi en el margen inferior izquierdo de este imponente trabajo, que
sorprende por la geometría de su ficticia arquitectura, en especial las
columnas salomónicas rematadas por querubines que soportan el medio punto que
cobija a la efigie. Los espacios
cromáticos de las zonas geométricas contrastan con el minucioso ejercicio
pictórico del recuadro central, con un recargado adamascado que sólo respira en
la continuación del manto con una genial sensación de tirantez.
El rostro de la Dolorosa queda
enmarcado en un azulejo al que se dirige la mirada, compartiendo protagonismo
con las manos entrelazadas en actitud orante. La intención de plasmar la presea
en su integridad condiciona que la estampa de la Madre mantenga cierta
inclinación hacia la derecha, generando una diagonal que juega con el pliegue
de la toca. Mención aparte merece la
maestría en el desarrollo de la corona o el juego de sombras sobre la frente de
María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario