Por otro lado, en la mañana del domingo 20 de
diciembre de 2009 tuvo lugar la
bendición de la nueva sede de la hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Esperanza
en su Gran Amor y María Santísima de la Salud, sita en la calle
Trinidad. El edificio, de corte sencillo pero elegante, consta de dos alturas,
estando centrado por una gran puerta adaptada a sus tronos procesionales. Sobre
ella se habilita una amplia balconada y a ambos lados de la misma se configuran
sendas claraboyas, así como dos arcos de medio punto que cobijan una pequeña
puerta y un retablo cerámico de la imagen mariana cotitular, respectivamente.
El citado portón está enmarcado de manera monumental
por un exorno en el que se combina el mármol y los azulejos. Así, sobre la
misma aparece un rótulo cerámico con el nombre popular como es conocida la
corporación, Hermandad de la Salud, a base de una gran cenefa con decoración
vegetal de dorados sobre fondos azules, realizado en los prestigiosos talleres
de José Antonio Molina de la localidad de hispalense de Osuna, acompañado de sendas
ánforas que insisten en la verticalidad de la idea. El trabajo se inspira en
una obra similar existente en el nº 85 de la calle Nueva de Alhaurín el Grande.
El taller ursaonense ofrece un cuidado
acabado en sus obras, configurando un aspecto notable a todo el conjunto,
pudiendose afirmar que se trata de uno de los edificios malacitanos donde mejor
encaja el azulejo vidriado.
Junto a esta decoración aparece otra creación del
prolífico alfar de Romero, con un bello mosaico de la Virgen de la Salud a
tamaño real y a modo de Reina. El cuadro
tiene un tamaño de 1,05 x 1,50 m, estando rodeado de una fina bordadura en
mármol que proporciona un efecto de trampantojo con arco de medio punto y una
repisa inferior con un remate invertido, para la colocación de flores por parte
de los devotos. Además, la cerámica está iluminada por dos faroles. El colorido
de los azulejos es notable ya que en él se combinan el fondo de intenso azul
celestial de un atardeceder trinitario con el rojo del manto procesional.
Además, los dorados metálicos de la presea sugieren tonos casi anaranjados, y
juegan con los bordados, que parecen salir del azulejo en una virtuosa
sensación de profundidad y relieve.
El bello rostro de la Señora que tallara Álvarez
Duarte está magistralmente logrado, captando su ensimismada mirada, pero
añadiendo matices de ensoñación al modelo original. Sorprende la tonalidad
anacarada de piel, a lo que se le une la sensación textil que proporcionan las
inmaculadas blondas y la gravidez del pañuelo que pende de su mano derecha, que
junto a los rosarios y al fajín militar en tonos rosas completan un conjunto armonioso,
en consonancia con la amplia nómina de piezas cerámicas del barrio de la
Trinidad. Incluso el pintor ha sabido diferenciar las distintas técnicas en
bordado que difieren entre el manto y la saya, con una estrella en su parte
superior y la fuente de la salud que aparece cortada en la parte inferior, a la
altura de la tradicional firma del maestro. Destacar, asimismo, que el manto
aparece graciosamente prolongado con la decoración exterior del mosaico, en un
efecto visual ciertamente conseguido en el que el rojo se torna en azul
cobalto, volviéndose a recoger en el zócalo con la leyenda Salud de los Enfermos, Ruega por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario