Unos metros más adentro, en concreto en el nº 18 de la
acera opuesta de calle Trinidad, aparece otro cuadro vidriado de esta Dolorosa.
Se trata de una pieza menor, adosada entre dos ventanales enrejados sobre fondo
rojizo, carente de firma pero de sumo interés. La obra fue realizada por un hermano de la
corporación ya fallecido, conocido popularmente como Junior, que también era organizador de una espectacular petalada al
paso de la comitiva. Se opta por un plano medio de la talla para un tamaño
estandar de 45 x 60 m, con el rostro correctamente enmarcado en la red nodular.
La pieza se adosa a una fábrica moderna
pero que ha sintonizado con la esencia andaluza del patio de vecinos,
tratándose de un alegato a la naturaleza
trinitaria de María, como así lo afirma la leyenda inferior del azulejo.
El plano reduce en demasía la estampa por lo que el
rostro no puede entrar en detalles, pero sugiere a una Madre algo más doliente
que en el original. El acertado fondo dorado contrasta con el trabajo de
estudio de la cenefa, que pretende, sin conseguirlo, asemejarse a la de los
grandes maestros de Triana. Cuestión
aparte es el apunte de los bordados o la presea que destacan sobre la sencillez
de las blondas, con una sensación general de rigidez que la posición de las
manos no consiguen aliviar.
Por ahora, estas son las dos únicas propuestas
vidriadas con la Virgen de la Salud. Quizá la esencia de su propia advocación
invitaría a verla en cuadros esmaltados en alguno de los centros sanitarios de
la ciudad. El apego artístico de esta corporación por los azulejos seguro que será
un incentivo para ello.
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